Domingo de Guzmán

Fundador de la Orden de Predicadores, más conocidos como dominicos. Sus apologistas cuentan con entusiasmo sobre su bondad y compasión, pero por alguna razón se olvidan de mencionar que fue el primer inquisidor católico, que torturó todo Languedoc (fíjense que el inquisidor más famoso Tomás de Torquemada también era dominico, igual que los autores de El martillo de las brujas, Heinrich Kramer y Jacques Sprenger). Sin embargo, no hay nada sorprendente en esta combinación. Domingo era un hombre justo y le gustaba torturar no sólo a los demás, sino también a sí mismo, pues durante la oración se azotaba con una varilla de hierro. Sin embargo, no todo lo humano le era ajeno. Russell dice que una vez el santo dijo que le gustaba mucho más hablar con las chicas que con las ancianas.